El legado que ha heredado Belegar
Martillo de Hierro es de odio y resentimiento. Es el líder del Clan Angrund y
el descendiente directo el Rey Lunn, el último Enano que gobernó Karak-Ocho-Picos antes
de su caída. Mientras los grandes salones de su estirpe, una fortaleza que solo
le iba a la zaga a Karaz-a-Karak en
términos de riqueza y prestigio, eran saqueados, los vástagos del antiguo rey
se han afamado en otros lugares, despojados de su hogar y de su honor. Muchos
herederos de Angrund han tratado de reclamar su antigua gloria y vengar los
agravios infligidos sobre su clan. Pese a los años transcurridos y lo
desesperado de la causa, cuando Belegar cumplió la mayoría de edad, juró
solemnemente recuperar toda su heredad.
Desde entonces Belegar ha dedicado su
vida a recobrar Karak-Ocho-Picos. Tras tres intentos fallidos y varias décadas
invertidas en reunir a los viejos clanes y ganarse el apoyo de otras
fortalezas, Belegar lideró un ejército que se adentró en el valle y capturó la
ciudadela central. Se proclamó Rey y acantonó tropas en las ruinas de las
antiguas estructuras majestuosas de Karak-Ocho-Picos para fortificar su
posición. Allí sigue, desafiante y bajo un asedio continuo. Desde este bastión
remoto, los Enanos lanzan incursiones a las profundidades
con la intención de quebrantar los ejércitos aparentemente ilimitados de sus
oponentes y recuperar los salones inferiores o hallar tesoros perdidos.
En Karak-Ocho-Picos, los Enanos han
de enfrentarse a sus archienemigos: los Orcos y Goblins y los Skavens. Estos
enemigos ancestrales están bajo el mando de los más depravados de sus
respectivas razas, pues el Kaudillo de los Goblins es
el mismísimo Skarsnik, que
se hace llamar Señor de los Ocho Picos y el infame Señor de la Guerra Queek, el Coleccionista de
Cabezas es el líder de
los Skavens. Sólo Belegar ha sido capaz de medir su astucia a la de estos
adversarios y ha frustrado cada uno de sus complots y planes maléficos.
Belegar se ha convertido en un
maestro de la guerra subterránea. Sus órdenes han llevado a destruir sondas
enemigas, a desbaratar emboscadas y bloquear rutas de infiltración. Pero
Belegar no se conforma con sentarse detrás de sus fortificaciones y muchas
veces ha encabezado el asalto a los salones de sus antepasados. Allí, de entre
los rütos quebrados de las tumbas de sus ancestros tomó Belegar el pedazo de
roca con runas inscritas que le sirve como Piedra del Juramento. Entre los
Enanos se dice que su destreza con las armas sólo es superada por la del Rey Matador y
que, si es necesario, Belegar puede invocar los poderes vengativos de sus
ancestros. Pero pese a todas sus victorias, Belegar sigue resentido y jura que
algún día reclamará todo Karak-Ocho-Picos para los suyos.